lunes, septiembre 22


Soñar es como un problema, mas bien soñarlo es un problema. Es inventarlo en pequeños instantes que luego dejan de existir, es mirarlo sin mirar, hablarle sin hablar, besarlo sin besar. Es darle un abrazo sin tocarlo, es pura imaginación, una fantasía tan irreal como real, una mentira abstracta de la propia imaginación, un deseo imposible de vivir el presente. Es el inconsciente representado en imágenes inexistentes. Soñar es vivir a pleno, es actuar sin barreras, es un mundo diferente. Lo tengo, no lo tengo. La realidad me lo roba todas las mañanas y el sueño me lo devuelve cada noche. No se si lo siento o si creo sentirlo, pero él está sin estar. Y lo veo, pero no.El deseo de tenerlo me destroza en el día, hasta que lo encuentro en la noche. Bendito sueño!, bendito sueño que me ayuda a verlo y a apaciguar de la manera más hipócrita su ausencia, bendito sueño que me ayuda a vivir los momentos más falsos y felices. Los sueños me envuelven en una mentira de felicidad, me anestesian hasta en mis más débiles momentos, me llenan de esperanza, a veces falsa, pero creíble. Me hacen reír como también me hacen llorar, me ayudan a elegir, a perdonar y a valorar dentro de la realidad, los sueños son un sueño en sí, son increíblemente hermosos. No podría vivir sin ellos, ya que con ellos existe ese momento de alivio, ese respirar dentro de la tensión que a cada uno le toca. Pero son la mentira más engañosa de la realidad: siempre terminan desilusionándonos. Menos él, él que es un sueño

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